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Maestra Cristina Martínez, es actualmente Subdirectora de

Museología en el Museo Nacional de las Culturas, desarrolla

diversos proyectos culturales de manera independiente. Ha sido docente en diplomados y cursos. Cuenta con algunas reseñas y artículos publicados en la Gaceta de Museos. 

Interés / Interests

Los periplos de la identidad: generando los 
lineamientos de marca para un Museo de las
Culturas.

Curioso quehacer resulta trabajar en un museo dedicado a las culturas del mundo. Desde el enfoque museológico pareciera ser un museo en donde podríamos mostrar cualquier cosa. Quizá escribo esta reflexión de manera catártica y debo reconocer que ha sido uno de los viajes más gratificantes de mi vida, moviéndome entre las entrañas del centro histórico.

 

Dedique los últimos dos años a repensar y definir la identidad de un museo, y debo reconocer que siempre parecíamos quedarnos cortos. Un museo dedicado a la humanidad, desde la perspectiva más antropológica resulta complicado de delimitar, pues se encuentra compuesto  por un milenario mosaico de realidades contenidas en uno mismo, la pluralidad de los pueblos es tan exquisita e inconmensurable que resulta complicado encontrar el punto de vista desde el cual queremos mirar. Las grandes preguntas que me he planteado en esta reflexión han sido: ¿Qué se debe mostrar en un museo de las culturas? ¿Cómo podemos conciliar el presente y el pasado de los pueblos? ¿Qué es cultura? ¿Qué aporta a una cultura como la nuestra un museo de la diversidad? ¿Qué hace un museo de las culturas en el INAH? ¿Qué podría identificarnos como museo? 

 

Dentro de esta confusión, decidí emprender la tarea de entrevistar a todas las áreas del museo. Resultaba primordial dar espacio y voz a la experiencia dentro de nuestra comunidad: los trabajadores. El resultado fue reconfortante, a pesar de lo multidisciplinario de nuestras profesiones todos coincidíamos en dos puntos, parecía que por lo menos teníamos el mismo imaginario del museo en el que queríamos colaborar. El primero y quizá el más importante, era que el museo tendría que modificar la forma de presentar su oferta actual, es decir renovar el discurso de las salas permanentes. Tendría que dejar de ser un mausoleo de culturas del pasado e integrar a estos espacios versiones mucho más cercanas a la actualidad de las mismas.  Nuestras salas tendrían que permitir a la antigüedad convivir con lo contemporáneo. 

 

Como segundo punto, las opiniones coincidían en que existía una pelea constante entre contenedor y contenido. El peso histórico del inmueble llegaba a ser abrumador. No era fácil, desligarse de ser la Antigua Casa de Moneda y mucho menos del Museo Nacional. Estos conceptos se veían reforzados mediante la imagen actual del museo, pues su representación gráfica es ni más ni menos que el aldabón de la fachada. Como una medida urgente, decidimos dejar de lado el contenedor y enfocarnos en el contenido. El contenedor tendría una bella sala de sitio que explicaría a detalle toda su grandeza. Pero el museo necesitaba ser escuchado y visto como un ente plural.

 

Después de estas entrevistas, logramos llegar a dos términos que serían la base de la nueva propuesta. Las palabras que mejor reflejaban este ejercicio eran: Diversidad y Vanguardia. Se trabajaron muchos bocetos, por fin en una segunda etapa y con la participación de un nuevo equipo logramos llegar a la propuesta final. Se generaron las aplicaciones y empezamos a desarrollar una campaña de marketing que se basara en la promoción de la diversidad contemporánea a medida del posicionamiento previo, para cuando se encontrara aprobada la nueva marca. Les mentiría si les dijera que este es un cuento con final feliz, pues la identidad todavía se encuentra atorada en los cambios de administración. No obstante, aunque no tengo la satisfacción de verla aplicada, si me quedo con la experiencia del proceso. Fue un proceso de reflexión muy basto, que buscaba refrescar al museo desde sus cimientos. Pretendíamos que el museo en su conjunto lograra gritar desde esta nueva identidad, por medio de sus espacios de exhibición, el comportamiento del personal y, por supuesto, desde su comunicación externa. Yo por mi parte, me llevo mi experiencia este museo fue mi Itaca, tal y como lo planteaba Kavafis.

marzo 15, 2016

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