Especilista en Museografía Sara Romo, es actualmente la fundadora de Emergente gestión y promoción cultural. Ha trabajado para diversos museos en la Ciudad de México y colabora de manera independiente en proyectos que enriquezcan la cultura y el amor al arte.

Interés / Interests
Los parabienes del fomento a la lectura
Para empezar el desarrollo de este artículo, quiero compartirles esta frase de Mabel Piccini (2000) “Leer es un acto de desciframiento”, pues las letras signos al parecer sin sentido, al comenzar el proceso de “desciframiento” como bien lo indica esta autora, comienzan a formar sentido a través de sintetizarse o conformarse en palabras, en nuestra cabeza a través de conexiones con objetos, imágenes y sentimientos. Ya en sí la lectura nos lleva a sumergirnos en otro mundo, en el del subconsciente por medio de los referentes simbólicos del lector, que lo llevan mucho más allá del universo creado por el propio autor, es por ello que la literatura se construye de igual manera por medio de la creatividad misma, tanto del autor como del lector. Es aquí donde también podemos caer en el subjetivismo, pues también hay que hacer referencia de la lectura en el tiempo y espacio en el que fue creada, su propio bagaje «cultural» esta dado por ser hijo de su tiempo; sin embargo, los puntos claves son aquello en los que se pueden constituir puentes atemporales de significado, en otras palabras, en donde como «espectador» literario podemos identificarnos con el personaje o la situación dada y volverlo al presente.
La lectura supone pues, el parteaguas para el fomento a la educación y la educación formal, por no decir de la educación superior, es por ello que el gobierno se ha enfocado desde hace tiempo en fomentarla a través de diversas campañas, desde la época de José Vasconcelos, en donde su impulso dio como resultado la edición y distribución de libros de texto gratuitos para la educación pública. Hoy en día, forma parte importante de la agenda para el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, además de como ya hemos visto en las calles, las campañas publicitarias acompañadas de personajes públicos, invitan a la población a hacer de la lectura un acompañamiento diario, una especie de rutina, que al final esta más íntimamente ligada a la población infantil, siendo el núcleo de esta, y por obvias razones, la familia.
Las ferias del libro, suponen un recurso más aunque enfocada al consumo del libro más propiamente; con respecto a esta campaña, las hay de todo tipo y con el nivel de especialidades requerido, en donde incluso la FILIJ o Feria del Libro Infantil y Juvenil, ya lleva varios años celebrándose y no digamos la Feria del Libro del Palacio de Minería, aquí en la capital del país. Pero estas ya se han extendido a varios rincones de otros estados, de igual manera en una exploración diversificadora, ya que a últimas fechas hemos de igual manera visto nacer ferias del libro independiente, en donde la editoriales que no tienen ediciones numerosas o se han constituido, casi de manera familiar, han ido abriéndose camino y apostando por un “no morir en el intento” o como su lema lo dice: #ElLibroNoHaMuerto.
También es interesante observar, como lo menciona Canclini (2012) que en México, al contrario de otros países, aún se apuesta por el libro en versión impresa. Creo que la idea de permanecer mucho tiempo visualizando un texto por medio de una pantalla, aún no nos tiene asegurada la idea de estar en completo contacto o concentración, además de los prejuicios que supone comprometer nuestra visión a la larga, aunque ya contamos con medios electrónicos más avanzados y complejos como el Kindle y muchos otros. En mi opinión, es innegable la inclusión de los medios digitales en nuestra vida diaria y mucho más si hablamos de la lectura, en donde cada día son más las personas que pueden tener acceso a medios electrónicos personales. Llama mi atención de igual manera, plataformas como “ISSU” en donde ya varias personas pueden colaborar de manera remota para construir una publicación digital, la comunidad de la misma crece de manera exponencial. La facilidad con la que se puede producir una imagen, y el hecho de poder manipular el texto ofreciendo otro tipo de experiencia en el diseño editorial o más bien pareciera que las normas dejarán de existir, puede ser inclusive más colaborativa, me atrevería a decir, y por supuesto menos costosa en términos de recursos (a manera de ejemplo, les comparto: http://revista-metropolis.com/). Así mismo, hemos visto surgir iniciativas para reclutar articulistas que por medio de convocatorias, se les permite sumarse a una plataforma, en donde sobre todo los jóvenes son los más entusiastas, pues su pago esta dado en el poder ver sus publicaciones en la red, tener la oportunidad de pasar como personal de prensa y por obvias razones ir ganando el reconocimiento de sus seguidores.
Aún así los recursos con los que cuenta el medio editorial, son muy precarios, ya que la mayoría dependen de los apoyos que el estado provee para producirlos tanto en medios impresos como digitales. Por obvias razones, también la situación en nuestro país con respecto a niveles de lectura y no digamos de educación son bajos.
De alguna manera, el fomentar a las editoriales, incluidas las de iniciativa independiente, es una manera de impulsar el uso del libro. Aún así, se debiera apostar con igual entusiasmo, por campañas que fomentaran el uso de las bibliotecas públicas, en las que se esta incidiendo directamente en el acto de la lectura, que no sólo pareciera estar dando paso al desuso y convertirse en objetos de culto, sino de igual manera, sirven como centros culturales, en donde se pueden llevar a cabo diferentes actividades. Ya que es de llamar la atención el surgimiento de bibliotecas urbanas de iniciativa casi «personal» o más bien de buenos ciudadanos samaritanos, en donde al parecer se esta teniendo mucho éxito, no sólo en la donación de ejemplares gratuitos, si no en el libre acceso que cierta población tiene a ellos, pues estas mismas no se sienten bienvenidas ni tienen idea de lo que es o significa una “Biblioteca”. Por lo tanto, todos estos programas son de necesaria examinación y repaso, pues más bien sería necesario replantearlos en objetivos de poblaciones específicas, ya que es necesario incentivar la lectura en los niños, pero al final es un «hábito» que debiera estar presente en todas la edades sin distinción.
mayo 30, 2016
