Especilista en Museografía Sara Romo, es actualmente la fundadora de Emergente gestión y promoción cultural. Ha trabajado para diversos museos en la Ciudad de México y colabora de manera independiente en proyectos que enriquezcan la cultura y el amor al arte.

Interés / Interests
En respuesta al 24 de abril.
#NoALaViolenciaContraLasMujeres, #NoALasMuertasDeJuárez, #NoTeCalles, #WomenNotObjects, #NiUnaMás, #ViVasNosQueremos, #NoEsNo,… La necesidad de escribir sobre un tema social me era necesario, ya que como lo he comentado anteriormente en redes, nuestra cultura y el arte están íntimamente ligados a la sociedad, a cómo pensamos, lo que decimos y al cómo actuamos; por lo tanto las movilizaciones que se dieron el 24 de abril a nivel nacional, no hablan de hechos aislados, si no de generaciones de abusos. A través de redes sociales, pude leer el testimonio de víctimas de acoso principalmente, y como estos transformaron su interacción con la vida y la mejor manera en que cada una de ellas ha podido «solucionar» su convivencia con los varones.
Las ideas preconcebidas a través de siglos por la religión, la política y la misma familia, han delineado el rol de la mujer en cualquier campo de acción, en el hogar, en lo sentimental, la hermandad, en lo profesional, … Es cierto que algunos de ellos han cambiado, con gotero y aquellas que han sido sobresalientes son contadas y por obvias razones, tanto admiradas como odiadas. Y ni hablar del tema de la sexualidad, porque el nivel que adquieren los calificativos, van desde libertina hasta prostituta. Es cierto que desde el punto de vista biológico o anatómico, somos diferentes, pero ya el hecho de haber nacido niña, supone una desventaja de manera tan tajante como absurda desde la visión social, histórica y sobre todo cultural; el respeto a nuestro sexo desde afuera como dentro, supone un respeto, no por ser madre, hija, esposa, hermana, prima, amiga, etc. si no por el simple y llano hecho de ser una persona, un ser humano con todo el derecho de existir, de pensar y hacer1.
En su libro “Porno para mujeres” Erika Lust2, señala como las películas de esta clase, esquematizan el acto sexual para la satisfacción puramente masculina, llena de clichés que sólo pertenecen a su propio ideario y que en nada representan la satisfacción femenina, sino que reducen a la mujer a un objeto de uso y de consumo. Además Lust, se une a la denuncia de la marginación del género femenino en la industria audiovisual, en donde ninguna mujer hasta el día de hoy ha ganado un Premio Oscar como directora, lo que supone por ende una desventaja profesional en el ámbito. Por obvias razones esta no es el única área profesional en el que existe esta clase de inconveniente, sorprendió hace unos días un video que circulaba en la web, en donde una niña le pregunta a Hillary Clinton, candidata demócrata por la presidencia de EE.UU., que en caso de ser ella electa presidente ganaría lo mismo que un hombre3, aún nos sorprende viniendo de un país en donde se cree existe libertad y tolerancia en un clima supuestamente igualitario.
La mujer en el arte igualmente ha tenido y sufrido sus desventajas, en la exposición “Alice in Wonderland” del 2012 en el Museo de Arte Moderno, se reunió la obra de grandes artistas pertenecientes a la corriente surrealista de México como también de Estados Unidos, con obra de Kati Horna, Remedios Varo, Gertrude Abercrombie, Rosa Alvarez Bravo, entre otras; además de presentar el recorrido museográfico su obra plástica, también incluyo artículos personales, entre ellas cartas, en donde una de ellas, expresaba su soledad y frustración por verse relegada por la falta de reconocimiento artístico, a la sombra de la carrera de su esposo o pareja otro artista del movimiento, lo que supone fueron sentimientos que todas ellas compartieron. Siendo que para esas fechas, en pleno desarrollo de la vanguardia surrealista ya era siglo XX, a medida que avanza la mujer ve en el arte una herramienta para cambiar estigmas, proporcionar una visión a través del ojo femenino, usando técnicas «inusuales» y diversas, como el tejido, la tela, el bordado, el cabello e inclusive la vajilla, artículos «clasificados» para el quehacer femenino y reutilizados en otro discurso.
La visión y estereotipos que hay para designar al género femenino, debe cambiar y no sólo por los hombres, si no también por las propias mujeres. Es cierto que hablamos del «machismo», pero también se ha de hacer evidente que existe una violencia de las mujeres para con las propias mujeres4, la competencia desleal, la falta de aceptación y el desprestigio entre unas y otras, por medio de las propias jefas, compañeras, e inclusive amigas, habla de una falta de amor propio arraigado por centurias, sigue existiendo una falta de «hermandad» hacia nosotras mismas, debemos aprender a enseñarnos a querernos como somos, sin la necesidad de ser ultra flacas, ultra «guapas», ultra complacientes, … somos quienes somos, recordemos que también la publicidad nos llena de estándares para el mercadeo, NO somos mercancía, ni artículos de desecho. Debemos informarnos e informarnos bien, la misma Malala Yousafzai5 habla sobre el derecho a la educación para las mujeres “La educación es un poder para las mujeres, … Ellos no quieren que una mujer se eduque porque entonces esa mujer será más poderosa”. Así que «el opio de los pueblos» no es la religión, si no la ignorancia, esa ignorancia que se puede convertir en subyugación.
1. Marta Lamas, escribe en "La antropología feminista y la categoría de «género»”(1986): "...En las conclusiones del coloquio de 1976, que incluyen lo biológico, lo psicológico y social, reconocen las diferencias sexuales, pero éstas son mínimas y no implican superioridad de un sexo sobre otro. La predisposición biológica no es suficiente por sí misma para provocar un comportamiento. Por lo tanto, no hay comportamientos o características de personalidad exclusivas de un sexo. Ambos comparten rasgos y conductas humanas".
2. Lust, Erika (2008). “Porno para mujeres”, España. (www.pornoparamujeres.com)
3. ya que aún hoy en día se tiene la idea «cultural» de que el hombre tiene que ganar más, porque mantiene a la familia; sin embargo, los roles han cambiado. Y no sólo eso hay mujeres con un grado de estudios inclusive más alto.
4. Sullerot (1978), comenta: "Es mucho más fácil modificar los hechos de la naturaleza que los de la cultura", lo cual se explica muy facilmente si pensamos en las operaciones transgénero. Culturalmente hablando se asocia lo femenino al «sexo débil».
5. Ver la película "Él me llamó Malala" (2015). Malala Yousafzai, recibió el Premio Nobel en el 2014, convirtiéndose en la primer mujer con menos de 18 años en recibirlo.
abril 30, 2016
